Hace unas semanas decidí ir al dentista, y debo confesar que
tomar esa decisión no fue fácil, pues yo tuve un tratamiento de ortodoncia
bastante largo en la infancia – adolescencia (los que pasaron por lo mismo saben
el tipo de secuelas que eso deja) así que lo primero que me hicieron fue la
famosa limpieza bocal, seguido del cambio de amalgamas y etc. Pero mientas
esperaba la consulta escuchaba los motivos de los otros paciente para estar ahí
y me percate que la mayoría hablaba sin
mostrar demasiado su dentadura, esto me llevo a pensar en el porqué. Poniendo más
atención me di cuenta que a varios les faltaban piezas dentales, necesitaban un
blanqueamiento profesional y tenían algún tipo de absceso que les había deformado alguna zona de su
boca.
Ese día saliendo de la consulta me quise maquillar los
labios, pero las sustancias utilizadas en esa odisea bucal y los delicados
movimientos del odontólogo me dejo irritada la zona, ya saben de esas veces que
se te agrietan los labios y la piel de alrededor toma un tono blanquizco, así
que en lugar de poner color, aplique un bálsamo. Pero todo el camino a casa
pensaba en todo lo que esa gente tendría que hacer para sonreír con toda
libertad o peor aún, ¿alguna vez pudieron sonreír con libertad? Y es que si no
tienes un aseo adecuado de tu dentadura y mantienes la humectación necesaria a la sensible piel de los labios, difícilmente
lograras excelentes resultados de cualquier maquillaje de labios, pues su pecio
o marca no podrá ocultar los estragos del descuido.
continuara...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario